52. El Cielo Nuevo y La Tierra
Nueva
por Lewis
Sperry Chafer
A. EL CIELO NUEVO Y LA TIERRA NUEVA
Después del juicio del gran trono blanco
y de la destrucción
del primer cielo y la primera
tierra, Juan escribe en Apocalipsis 21:1: «Vi un cielo nuevo y una tierra nueva;
porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.» El cielo nuevo no se describe, y todo lo que se dice acerca de la
nueva tierra es: «el mar no existía
ya más» (Ap.
21:1). El extraño silencio de las Escrituras
sobre la apariencia
de la tierra nueva y del cielo nuevo no se explica en ninguna parte. En cambio nuestra atención
es dirigida hacia la ciudad santa, la
nueva Jerusalén.
B. LA DESCRIPCION
GENERAL DE LA NUEVA JERUSALEN
Juan escribió su visión en estas palabras:
«Yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de
Dios, dispuesta como una esposa ataviada para
su marido» (Ap. 21: 2).
El problema inmediato que enfrentan
todos los intérpretes es el significado de lo que Juan vio. Si
uno acepta la declaración tal
como la
expresa, Juan vio una ciudad santa llamada
nueva
Jerusalén, en contraste con la vieja Jerusalén terrenal que había sido destruida cuando la tierra
fue arrasada. Se dice que la ciudad desciende del «cielo, de Dios». Es significativo que no se diga
que la ciudad fue creada, y aparentemente existía durante el período previo
del reino milenial, posiblemente como una ciudad satélite sobre la tierra; como tal, pudiera haber sido el
hogar milenial de los santos resucitados
y arrebatados. Por la descripción de la tierra milenial
se ve claramente que no había sobre la tierra ninguna ciudad como la nueva Jerusalén
durante el
milenio. Algunos creen que Cristo se
refería a la nueva Jerusalén cuando dijo en Juan 14:2: «voy,
pues, a preparar lugar
para vosotros». Aquí en Apocalipsis
se ve a la nueva Jerusalén
descendiendo del cielo y ciertamente
con el destino de posarse sobre la
nueva tierra.
Juan, además, describe la ciudad como «una esposa ataviada para su marido». Sin embargo,
como
lo
muestran
revelaciones posteriores, la nueva
Jerusalén incluye
santos de todas
las
dispensaciones, y es, por lo tanto, preferible considerar ésta como una frase descriptiva
y no como una referencia típica. La nueva Jerusalén es hermosa, como la novia ataviada para su marido es hermosa. Consecuentemente, aunque la ciudad es literal, su hermosura es la de una
novia.
Aun cuando comparativamente pocos pasajes de la Biblia tratan el tema del nuevo cielo y la
nueva tierra, no es en Apocalipsis donde esta verdad
aparece por primera vez. En Isaías 65:17
Dios anunció: «Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá
memoria, ni más vendrá al pensamiento.» Este versículo ocurre en el contexto de la tierra
milenial y algunos piensan que se está refiriendo a una Jerusalén renovada que habrá durante el
milenio. Sin embargo, sería preferible
considerarla como una referencia a la nueva Jerusalén que
estará en la tierra nueva que se ve en el trasfondo,
mientras la Jerusalén
renovada en el milenio se ve en el primer
plano, como en Isaías 65:18.
Otra referencia se encuentra en Isaías 66:22, donde afirma: «Porque como los cielos nuevos y la tierra nueva que yo hago permanecerán delante de mí, dice Jehová,
así permanecerá vuestra
simiente y vuestro nombre.» Mientras la Jerusalén terrenal será destruida al final del milenio, la nueva
Jerusalén permanecerá para siempre así como la simiente de Israel permanecerá
para siempre.
En 2 Pedro 3:13 se hace otra predicción de nuevos cielos y nueva tierra, caracterizados como
lugares donde morará
la justicia. En consecuencia, se puede concluir
que
a
través de las Escrituras se consideran el cielo nuevo y la tierra nueva como la meta final de la historia
y como el lugar final de reposo
de los santos.
Habiendo introducido el nuevo cielo y la tierra nueva y la nueva Jerusalén,
Juan procede a describir sus
características principales en Apocalipsis
21:3-8. Allí
Dios
habitará con los hombres y será su Dios. El llanto, la muerte y el dolor serán abolidos,
como Juan afirma,
«porque
las primeras
cosas
pasaron»
(y.
4).
Esto
es
confirmado
en
el
versículo 5 por
la afirmación:
«He aquí
yo
hago nuevas todas las cosas.»
En la nueva Jerusalén, Cristo, como el Alfa y la Omega, promete: «Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios,
y él será mi hijo» (vv. 6-7). Por contraste, los inconversos descritos por sus
obras y por la falta de fe «tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la
muerte segunda» (y. 8). En contraste
con la primera muerte, que es física y espiritual, la muerte segunda es separación eterna de Dios.
C. VISION DE LA NUEVA JERUSALEN
Juan es invitado a mirar a «la desposada, la esposa del Cordero» y lo llevan «en el Espíritu a
un monte grande y alto» (Ap. 21:9-10). Aquí Juan ve la nueva Jerusalén descendiendo del cielo,
de Dios.
En la descripción que sigue en Apocalipsis 21 se declara que la nueva Jerusalén tiene «la
gloria de Dios»; la ciudad es brillante con un «fulgor semejante al de una piedra preciosísima
como piedra de jaspe, diáfana como el cristal» (y. 11). Aunque el jaspe suele ser el nombre de piedras de diversos colores, y son opacos, la piedra con la que se compara es preciosa y clara como el
cristal. Debe de haber dado una impresión de
increíble belleza
y brillantez.
Los versículos
que siguen describen la ciudad misma como que está rodeada por un muro de unos 70 metros de alto, con doce puertas en el muro guardadas por doce ángeles. En las puertas están los nombres de las doce tribus de Israel. La ciudad es de forma cuadrada y mira hacia el norte,
el sur, el
este y el oeste, indicando aparentemente que en la nueva tierra hay puntos cardinales
como
en la tierra actual. El
muro está
sobre doce cimientos que, según el
versículo 14, llevan los nombres de
los doce apóstoles.
La ciudad es medida y se ve que tiene 12.000 estadios, o aproximadamente 2.400 kilómetros por lado, con una altura igual. Esto ha hecho surgir la pregunta acerca de la forma de la ciudad,
si es un cubo o una pirámide. Probablemente sea mejor considerarla una pirámide, puesto que
esto explica cómo podría
el río
fluir por sus costados, según se presenta en Apocalipsis 22:1,
2.
En general, todos los materiales de la ciudad
son diáfanos y permiten el paso de la luz sin
impedimentos. Aun el oro es como el vidrio limpio (21:18). Los cimientos del muro llevan los nombres de los doce apóstoles, y representan
la iglesia, y están adornados
con doce piedras preciosas que dan todos los colores del arco iris, y a la luz brillante de la ciudad proveen una visión
hermosamente sobrecogedora
(vv.19, 20).
Las puertas de la ciudad son de una sola perla grande, y la calle de la ciudad es de oro puro y cristalino (y. 21).
La ciudad no tiene templo
porque Dios está en ella (y. 22), y no
tiene necesidad
de la luz del sol, de la luna o de las estrellas,
porque la gloria de Dios y del Cordero proveen la
luz (v 23). Los salvados entre los gentiles (las naciones)
caminan en la luz de la ciudad y entran
libremente por sus puertas, que
no se cierran porque allí no
hay
noche (y. 25).
Según esta descripción los habitantes
de la ciudad son santos de todas las dispensaciones. No solamente Israel y los gentiles se mencionan, sino también los doce apóstoles que representan la iglesia.
Esto está en conformidad con la descripción
de Hebreos 12:22-24, que enumera a los
habitantes de la nueva Jerusalén como que incluye a «la compañía de muchos millares de ángeles, la congregación de los primogénitos
que están inscritos en los cielos, Dios el juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús el mediador del nuevo pacto». De
esto se puede deducir que la
iglesia estará en la nueva Jerusalén,
al igual que los «espíritus
de los justos hechos perfectos» —refiriéndose a todos los santos no incluidos en la iglesia, judíos y gentiles—,
y los ángeles, y a Jesús como el
mediador del nuevo pacto.
Continuando la descripción
de la nueva Jerusalén, Juan habla de un «río limpio de agua de vida,
resplandeciente como cristal,
que salía del trono de Dios y del Cordero» (Ap. 22:1). El árbol de la vida, que da doce tipos de frutos, está en medio de la calle de la ciudad y cada lado
del río proveyendo sanidad para las
naciones (Ap. 22:2).
Se pregunta
por qué es necesaria la sanidad de las naciones si ésta es una descripción del estado eterno. La dificultad se resuelve si se acepta la
traducción «para la salud de
las naciones». Puede ser que el
fruto del árbol de la vida y el agua de la vida sean la explicación de la existencia sin fin que los cuerpos
de los santos tendrán en
la eternidad.
Continuando la descripción
de la ciudad, Juan dice: «Y no habrá más maldición;
y el trono de Dios
y del Cordero estará en ella, y sus siervos
le servirán» (y. 3). El estado bendito de ellos consistirá en que podrán ver a Dios cara a cara y llevarán
su nombre en sus frentes (y. 4). Juan
repite el hecho de que la nueva
ciudad será resplandeciente y no necesitará luz artificial, y
concluye con la palabra de Dios: « ¡He aquí, vengo
pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro» (y. 7).
Considerado el hecho de que los nuevos cielos y la nueva tierra serán la morada eterna de los santos, es notable que haya pocas descripciones de ellos en la Escritura. Es cierto que la Biblia
tiene el propósito
principal de darnos luz para nuestro actual sendero diario. Al mismo tiempo se
nos da un vistazo suficiente
de la gloria venidera,
a fin de animarnos a avanzar en nuestra vida de fe. Sin lugar a dudas, hay mucho más que se nos puede revelar que el breve vistazo que se nos ha
concedido en estos capítulos finales del libro de Apocalipsis.
Aunque Dios ha revelado
a su pueblo una cierta medida de lo que «ojo no vio, ni oído oyó, ni
han subido en corazón de hombre» (1 Co. 2:9), indudablemente hay mucho más que Dios
revelará al hombre en la eternidad.
No se ha dicho aún la mitad, y nuestro
gran Dios se complacerá hasta la eternidad
sin fin en manifestar su amor y gracia a quienes han recibido a Cristo
como
Salvador y Señor.
La Biblia, que es lo único que revela las maravillas del cielo, es igualmente explícita en sus declaraciones acerca de las condiciones según las cuales los pecadores de esta raza caída pueden entrar allí. Sin embargo, hay multitudes que acarician la idea de poder entrar en el cielo y que al
mismo tiempo no prestan atención
a los consejos de Dios en que expone el único camino dado a los hombres en que puedan
ser salvos. No toda persona entrará en el cielo; aquella gloria y
bienaventuranza es para los redimidos. La redención depende en forma absoluta de la aceptación
del Redentor. Esa aceptación es una transacción de lo más sencilla
y, sin embargo, tan vital y conclusiva que el alma que confía recibirá la seguridad por sobre
todas las cosas de que está dependiendo solamente de Cristo
para su salvación.
PREGUNTAS
1. ¿Qué se ha revelado acerca del nuevo cielo y la nueva tierra?
2. ¿Por qué
se describe a la nueva Jerusalén como a una esposa ataviada para su marido?
3. ¿Cuál es la importancia del hecho de que la nueva Jerusalén no haya sido creada
en ese tiempo?
4. ¿Qué luz arroja esto sobre la posibilidad de que la nueva Jerusalén pueda ser la morada,
durante el milenio, de los santos resucitados y arrebatados?
5. ¿Qué revelan Isaías 65:17 y 66:22 acerca de los nuevos cielos y la nueva tierra?
6. ¿Cómo caracteriza al nuevo cielo y la nueva tierra 2
Pedro 3:13?
7. Según Apocalipsis 21:3-8, ¿cuáles son algunas características principales del nuevo cielo y
la nueva tierra en lo espiritual?
8. ¿Cuál es la descripción general de la nueva Jerusalén, según
Juan la ve en Apocalipsis
21:11?
9. Describir la forma,
muros y puertas de
la nueva Jerusalén.
10. ¿Qué evidencia
hay
de que Israel
y los ángeles estarán en la
nueva Jerusalén?
11. ¿Cuáles son las dimensiones, largo, ancho y alto, de la ciudad?
12. ¿Qué explicación
es posible en cuanto a la
forma de la ciudad?
13. ¿Qué caracteriza a todos los materiales de la ciudad, y cómo se relaciona esto con su fulgor?
14. Describir la belleza sobrecogedora de las piedras
preciosas del fundamento de la ciudad.
15. ¿Cuál es el significado del hecho de que los nombres de los doce apóstoles
estén en los cimientos de
la ciudad?
16. ¿Por qué
la ciudad no tiene templo y
no necesita luz del sol, de la
luna ni de las estrellas?
17. ¿Están también en la
ciudad los gentiles salvados?
18. ¿Qué evidencia puede presentarse
para demostrar que todos los santos de todas las edades estarán en la nueva Jerusalén?
19. ¿Qué contribución
hace Hebreos 12:22-24 para la identificación de los habitantes
de la nueva Jerusalén?
20. ¿Cuál es la forma en que posiblemente se relaciona a la existencia
sin fin de los cuerpos de los santos en la
nueva Jerusalén el agua de la vida y el
árbol de la vida?
21. ¿Qué harán
los santos en la nueva
Jerusalén?
22. ¿Cómo explica
usted el hecho de que fuera
de
estos capítulos finales del libro de
Apocalipsis haya poca
revelación del estado eterno en la Biblia?
23. A la luz de las Escrituras, ¿por qué es tan importante estar seguro
de que uno ha sido salvado por la fe en Cristo?